Unos 20 millones de abejas sostienen la producción de miel zuliana

Los apicultores zulianos que manejan unas 2.000 granjas que contienen 20 millones de abejas, aproximadamente, atienden la producción de miel en la Planicie de Maracaibo.

La relación entre estos asombrosos animales y los seres humanos se centra en tres focos principales de producción en el Zulia, que cosechan 80 toneladas de miel cada año.

Así lo dio a conocer Tiburcio Romero, presidente de la Asociación Zuliana de Apicultores, quien precisa que en Machiques, Mara y San Francisco, se encuentran los principales grupos de apicultores en el estado Zulia.

Señala que hay registradas 2.000 colmenas en toda la entidad y cada una contiene en sí misma, una reina y diez mil obreras lo que soporta la producción de mil de las abejas. Agrega que en la región zuliana en la actualidad hacen vida activa 26 apicultores, quienes producen de manera artesanal 80 toneladas al año como promedio de miel.

Se vende solo

El prestigio de la miel de abeja va precedido por los beneficios que ofrece su consumo para el organismo. Los consumidores indican que sirve para la buena digestión, como antiinflamatorio, cicatrizante y, por supuesto, “como un elemento alimenticio, que no debe faltar en la dieta de los venezolanos”, indica el vocero de Azuapi.

“La miel, aunque no la veas en los anaqueles de los grandes centros comerciales y de consumo, siempre tiene un público cautivo”, asegura Romero.

Confiando quizás en su propia naturaleza, como lo hacen sus bienhechoras, las abejas, Romero comenta que la venta del producto generalmente se ubica a puerta del núcleo de producción o en los ámbitos familiares. “Nunca se abandona lo artesanal y no por capricho, sino por la propia naturaleza del oficio”, sostiene el apicultor.

Conserje de abejas

Atendidos por el Estado, a través de Corporación para el Desarrollo de la Región Zuliana y el Fondo de Desarrollo Agropecuario, Pesquero, Forestal y Afines, los apicultores sienten un profundo respeto por el verdadero productor de la miel: las abejas.

El presidente de la asociación se describe más que como apicultor, como un conserje de estos asombrosos insectos. “La apicultura, como cualquier otra actividad que tenga que ver con la madre tierra, es dura, es de mucho trabajo, disciplina y dedicación, pero es hecho siempre desde el amor”, confiesa.

Romero sostiene que “la apicultura hay que aprehenderla y aprenderla. La abeja es un ser inteligente, como ningún otro. Tan inteligente que sabe de matemáticas, física, química, lo que ese ser hace con la miel es de otra dimensión”.

El apicultor señala que “nosotros somos como conserjes, porque sólo nos adaptamos a las necesidades de las abejas. Para que un apicultor consolide su producción, necesita colmenas o cajas, como les decimos por acá”.

Explica que cada colmena tiene 10 mil obreras y una reina que pone dos mil huevos diarios. A los tres meses hace falta la otra caja o colmena, para que esta generación inicie su mudanza a su nuevo nicho, con nueva reina inclusive. Esto lo hacen instintivamente.
Los apicultores, aprovechando esa condición natural, construyen el nicho que habrán de ocupar y les facilitan el proceso, “porque nunca, en definitiva, las hemos domesticado”, dijo.

Los principales grupos de granjas dedicadas al oficio, se encuentran en Machiques de Perijá, donde hay un importante número de núcleos de producción; en el municipio San Francisco y en el municipio Mara, al norte del estado Zulia. Allí se concentra la producción, pero Venezuela tiene la absoluta capacidad de mantener 200 mil colmenas produciendo miel, por las excelentes condiciones que el país ofrece a estos seres.

¿Cómo ocurre la magia?

La fascinación de los apicultores por sus abejas está justificada. o Romero las describe como unas científicas militantes del ambiente. “Toda su vida es hacer ciencia y cuando salen de la colmena y recorren cuatro kilómetros a la redonda para regresar a hacer su magia, la ciencia de Dios toma la palabra”, indica.

Explica que todo comienza con el néctar sacado de la flor que la abeja toma en su vuelo y que inmediatamente lo va transformando. “La abeja diluye el néctar y con mezcla de su saliva, va diluyendo todo y de vuelta a la colmena, entrega su contenido”, dice Romero.
Comenta que en este proceso es donde aparecen las cualidades físicas, químicas y matemáticas del insecto.

Según las investigaciones realizadas por Azuapi, el contenido de néctar traído por la primera abeja de la cadena de producción, va siendo trasladado de uno a otro ejemplar, con procesos químicos similares al utilizado por la primera, en su vuelo de retorno hasta el panal.

La abeja convierte el néctar en miel, prácticamente, transformando tres cuartas partes de la sacarosa inicial en azúcar invertida en glucosa y fructosa.

La sacarosa eventualmente desaparece y deshidratando poco a poco la gota de néctar ya tratada químicamente, el panal se convierte en sí mismo, en un regulador de temperatura a fuerza del aleteo de las miles de obreras que colaboran en la cadena de producción y nace la miel.

Romero celebra la cientificidad de su bienhechora. “Hecho todo eso, las abejas depositan esa gota milagrosa en un hexágono perfecto y manteniendo la temperatura con el aleteo continuo de las obreras maduran el producto, que es cuando nosotros, lo recolectamos”, afirma.

La apicultura es un negocio familiar en el Zulia que aspira a mayores oportunidades, para expandir las economías locales y los beneficios que la apicultura misma le trae a la Pachamama.

  • Criterio de los apicultores, las abejas son la bendición científica de Dios en este planeta. Foto: Juan Carlos Guillén

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