Conoce los rasgos exclusivos de los humanos que resultan imposibles para la inteligencia artificial

A partir del hipersónico desarrollo de la inteligencia artificial, hay un nuevo elemento, que no está hecho ni de tierra, ni de fuego, ni de aire, ni de agua. Es la anti-vida, la inteligencia artificial que obliga a la humanidad a confrontarse con un superpoder que ella misma ha creado.

Las inteligencias artificiales superan la prueba de Turing o test de Turing (la clásica herramienta de evaluación de la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente), y lo hacen sin pestañear.

En Blade Runner ya era difícil distinguir humanos de robots. La emoción ha sido casi siempre el factor humano que ha hecho caer a robots y máquinas en la trampa y delatarse –aunque las lágrimas en la lluvia del replicante Roy Batty sean las más emotivas del cine de ciencia ficción de toda la historia–.

Pero ¿qué pasará a partir de ahora? ¿Qué será humano cuando las inteligencias artificiales lo sean todo? ¿Qué prueba vamos a inventar para detectarlas?. El portal BBC público unos factores humanos importantes que nos seguirá manteniendo como seres únicos:

1. La generación espontánea
Uno de los aspectos destacables que nos separa a los humanos de las inteligencias artificiales es la generación espontánea de acciones y de conocimiento. El impulso.

El ser humano es un espontáneo creador del todo. Una persona puede despertar un día e imaginar una idea, una historia o un poema, un pensamiento creativo. A partir de la historia personal, el ser humano crea nuevo conocimiento, nuevas historias y nuevas experiencias.

No hay inteligencia artificial que genere conocimiento o realice acciones espontáneamente.

En un artículo publicado en la revista Nature, los científicos de la Universidad de Zaragoza Miguel Aguilera y Manuel Bedia concluyeron que se puede llegar a una inteligencia que genere mecanismos para adaptarse a las circunstancias. Esto podría parecerse a la acción espontánea, pero dista de ser un acto producto de voluntad. Toda acción realizada por una inteligencia artificial es diseñada y programada por una persona.

Improvisar en una banda de jazz seguirá siendo un privilegio humano.

2. La regla de la ética
Esto nos lleva a la segunda gran diferencia: la ética. La inteligencia artificial y las máquinas no tienen ética per se, hay que inculcársela. Ellas sólo siguen parámetros preestablecidos, reglas claras y precisas de lo que deben hacer.

El ser humano dispone de un reglamento (Constitución, leyes, religión, etc.) de lo que debe hacer, y también tiene claro lo que no debe hacer. Pero la ética es más que un reglamento, va más allá de una guía.

La ética es, nada más y nada menos, el discernimiento entre el bien y el mal. Es tan importante en nuestra especie que se ha encontrado que bebés de 5 meses ya hacen juicios morales y actúan acorde con ellos.

Las que sí tienen ética son las personas que programan a las máquinas y a las inteligencias artificiales. Una máquina no es buena o mala. Es efectiva. Hace lo que le ordenan y para lo que fue programada.

Aunque ciertamente se puede programar la ética. El físico José Ignacio Latorre lo explica en su obra «Ética para máquinas». Vaticina Latorre: «La inteligencia artificial se sentará en el Consejo de Ministros».

Hoy, ChatGPT está programado para no difundir contenido sensible y no da acceso a la web profunda (deep web). Así, uno puede programar según unas ideas del ser y del deber ser.

Sin embargo, como el tiempo pasa y los parámetros éticos se modifican, éstos deben ser corregidos para que la base normativa de la inteligencia artificial vaya en correlación a la del ser humano.

3. La intención solo puede ser humana
Otro aspecto importante es la intención, y la intención de la acción humana está intrínsecamente relacionada con la moralidad.

En su libro «Intención», la filósofa Elizabeth Anscombe argumenta que la intención no puede reducirse a meros deseos o estados psicológicos internos.

Anscombe sostiene que la intención es una característica esencial de la acción y que está intrínsecamente relacionada con la responsabilidad moral. Así que no se puede separar la intención de la acción en sí misma al determinar si un acto es moralmente correcto o incorrecto.

Elizabeth Anscombe critica las teorías éticas que se centran únicamente en las consecuencias de una acción y no consideran la intención que las anticipa.

Al carecer de ética y de moral, la inteligencia artificial carece de intención. La intención sigue circunscrita al programador.

Cada uno de estos tres aspectos comentados hasta aquí requiere ríos de tinta para poder lograr un entendimiento.

Para conocer más factores Lee el artículo de BBC: https://www.elnacional.com/bbc-news-mundo/4-rasgos-exclusivos-de-los-humanos-que-resultan-imposibles-para-la-inteligencia-artificial/

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