Cambios al estilo de vida mejora los síntomas de Alzheimer

Los cambios intensivos en el estilo de vida —comer alimentos a base de plantas mínimamente procesados, además de ejercicio frecuente, reducción del estrés y grupos de apoyo— pueden reducir los síntomas del deterioro cognitivo leve y de la enfermedad de Alzheimer en etapa inicial, según un estudio publicado recientemente.

«Esto es importante porque a la mayoría de las personas diagnosticadas se les dice que su situación solo puede empeorar», afirma el Dr. Dean Ornish, conocido defensor de la medicina del estilo de vida que dirigió el ensayo clínico controlado aleatorizado, considerado el método de referencia de la investigación en humanos. «Es un diagnóstico devastador. Cuando pierdes tus recuerdos, lo pierdes todo. Pierdes la esperanza. Estos hallazgos pueden dar a muchas personas nuevas esperanzas y nuevas opciones que antes no tenían».

La carga de la enfermedad de Alzheimer (en inglés) ya es grande y se espera que aumente en los próximos años. En el 2023, hasta 6.7 millones de personas en Estados Unidos vivían con la enfermedad de Alzheimer. Se prevé que esta cifra alcance casi los 14 millones en el 2060, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Estudios anteriores han sugerido que los hábitos saludables contribuyen a prevenir la demencia, incluidas las investigaciones que abogan por la dieta mediterránea, un plan de alimentación que hace hincapié en las grasas saludables, los cereales integrales, las frutas, las verduras, las semillas y los frutos secos. Pero se cree que este estudio es el primero que demuestra mejoras entre personas a las que ya se les ha diagnosticado la enfermedad.

El estudio, revisado por expertos y publicado el 6 de junio en la revista Alzheimer’s Research and Therapy (en inglés), fue dirigido por Ornish, fundador y presidente del Instituto de Investigación de Medicina Preventiva y profesor clínico de Medicina de la Universidad de California en San Francisco, en colaboración con destacados científicos y neurólogos de otros centros médicos académicos, entre ellos la Facultad de Medicina de Harvard, la Universidad de Duke y la Universidad de California en San Diego.

El estudio contó con 51 participantes divididos en dos grupos, uno que adoptó el programa de intervención de estilo de vida sin fármacos durante 20 semanas, y un segundo grupo de comparación que siguió sus hábitos y tratamientos normales, incluidos los medicamentos que pudieran estar tomando. Dos abandonaron el estudio y fueron excluidos de los análisis.

El programa exigía compromiso. La dieta es vegana: una dieta de alimentos a base de plantas mínimamente procesados y baja en grasas saturadas, carbohidratos refinados, alcohol y edulcorantes, en su mayoría compuesta de frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, además de suplementos seleccionados, incluido un multivitamínico; ejercicio aeróbico moderado y entrenamiento de fuerza durante al menos 30 minutos al día; control del estrés con meditación, estiramientos, respiración e imágenes, durante una hora al día; y grupos de apoyo de una hora para los pacientes y sus cónyuges o sus compañeros de estudio, tres veces por semana. Todas las comidas se enviaron a los domicilios de los pacientes para fomentar el cumplimiento.

Al final del periodo de estudio, los investigadores hallaron diferencias «estadísticamente significativas» entre los dos grupos según cuatro pruebas estándar que evalúan la cognición. La mayoría de los pacientes de la intervención —pero no todos— mostraron mejoras, mientras que el grupo de control no.

En términos simples, 10 personas del grupo de intervención mejoraron, 7 no presentaron cambios y 7 empeoraron «mínimamente», afirma Ornish. En el grupo de control, 8 no presentaron cambios y 17 empeoraron, dice. Ninguno mostró mejoría alguna. Cuanto más cambiaron los pacientes su estilo de vida de la forma prescrita, mayor fue el impacto beneficioso en su cognición y funcionamiento. «Para mostrar mejoría, las personas tenían que hacer cambios realmente grandes», explica Ornish. «Funciona en ambas direcciones: si dejan de hacerlo, pierden muchos de los beneficios».

Varios investigadores de la demencia que no participaron en el estudio dijeron estar impresionados con los resultados, pero señalaron que la población del estudio era pequeña y poco diversa (una limitación que Ornish reconoce) y que la duración del estudio fue corta.

AARP

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