Murió Alberto Fujimori, expresidente de Perú, a los 86 años
El expresidente de Perú Alberto Fujimori falleció este miércoles en su residencia de Lima a los 86 años de edad, tras «una larga batalla contra el cáncer», confirmó su hija y heredera política Keiko Fujimori.
«Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma. Gracias por tanto papá», publicó Keiko Fujimori en la red social X, en un mensaje que firmó junto a sus hermanos Hiro, Sachie y Kenji.
El 14 de julio su hija Keiko anunció que el líder de derecha se iba a postular a la presidencia en las elecciones de 2026, tras salir de prisión bajo un indulto humanitario cuando cumplía una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad en relación a dos matanzas cometidas en Lima por el grupo militar encubierto Colina y el secuestro de un periodista y un empresario tras el “autogolpe” que dio en abril de 1992.
El expresidente Fujimori estuvo preso por 16 años en una cárcel para exmandatarios en el este de Lima, la capital peruana.
Fujimori había sido captado públicamente el jueves pasado cuando salía de una clínica en el distrito de Miraflores donde se hizo una tomografía, según reveló él mismo. En esa ocasión, apareció en silla de ruedas, acompañado de sus hijos Keiko y Kenji.
En mayo, el expresidente comunicó que le había sido detectado un tumor maligno en la lengua, tras vivir por más de 27 años con una lesión cancerígena en el mismo órgano.
Durante los últimos años, fue operado en seis ocasiones por esa dolencia, conocida como leucoplasia, y también afrontó problemas estomacales, vasculares, de presión arterial y pulmonares.
En 2017, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski lo indultó con el argumento de que una junta médica había determinado que padecía una «enfermedad progresiva, degenerativa e incurable» y que las condiciones carcelarias implicaban grave riesgo para su vida.
Investigaciones posteriores señalaron que el indulto fue otorgado como consecuencia de un aparente acuerdo político con el hijo menor del exmandatario, el entonces legislador Kenji Fujimori, para evitar que prosperara la destitución por acusaciones de corrupción contra Kuczynski, quien finalmente renunció al cargo en marzo de 2018.
La gracia presidencial fue anulada posteriormente por un juez y Fujimori debió volver a la cárcel, después de que Kuczynski dejó el cargo y Kenji fuera desaforado por el Congreso en medio de un duro enfrentamiento político con su hermana Keiko.
En octubre del 2021, fue sometido a un cateterismo en el corazón en una exclusiva clínica de Lima, para aliviar una obstrucción en una arteria, y en noviembre volvió a ser internado por complicaciones por una fibrosis pulmonar.
Desde que irrumpió en la política en 1990, Fujimori dividió a la sociedad peruana entre quienes ensalzan su figura, al considerar que «salvó» a su país del terrorismo y el colapso económico, y los que remarcan que fue un autócrata que cometió graves violaciones a los derechos humanos y abusó de las instituciones democráticas para conservar su poder.
El exmandatario, apodado “el chino” por sus rasgos orientales a pesar de ser descendiente de japoneses, nació en 1938 y ejerció un gobierno de mano dura en Perú entre 1990 y 2000.
En la primera ocasión venció como candidato ‘anti establishment’ al escritor Mario Vargas Llosa, y luego fue reelegido otras dos veces en medio de denuncias de fraude.
Además, el 5 de abril de 1992 dio un golpe de Estado con el apoyo de las Fuerzas Armadas que lo llevó a asumir todos los poderes del Estado, luego de cerrar el Congreso e intervenir el Poder Judicial y el Tribunal de Garantías Constitucionales.
Tras la presión de países y organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA), el gobernante convocó a un Congreso Constituyente que promulgó en 1993 una nueva Constitución Política, que aún está vigente.
En 1994 se divorció de Susana Higuchi tras un conflicto familiar que incluyó la denuncia de su esposa ante el Congreso de que había sido torturada por los servicios de seguridad, lo que llevó a su hija mayor, Keiko, a convertirse en primera dama del país con solo 19 años.
Los simpatizantes de Fujimori lo admiran por haber derrotado durante su gestión a los grupos terroristas Sendero Luminoso y MRTA, así como por haber detenido la “hiperinflación” que heredó del primer gobierno de Alan García (1985-1990).
Sin embargo, durante su mandato se cometieron graves violaciones a los derechos humanos y se gestó la mayor red de corrupción de la historia peruana, liderada por su asesor “en la sombra” Vladimiro Montesinos, quien está preso.
Con la difusión, en septiembre de 2000, de un video en el que se veía a Montesinos entregando dinero a un congresista opositor, se vio obligado a anunciar que iba a convocar a nuevas elecciones, a las que aseguró que no se presentaría.
Dos meses después, escapó del país y renunció a la Presidencia mediante un fax enviado desde Japón, donde permaneció hasta 2005, cuando viajó a Chile, que lo extraditó a Perú en 2007.
El exgobernante cumplió su condena desde 2009 en una prisión policial de Lima adaptada exclusivamente para él y que, según sus opositores, era una “cárcel dorada” que no se comparaba a las condiciones del resto de la población penitenciaria del país y donde recibió continuamente a sus familiares y partidarios.
En esa prisión ganó de manera progresiva compañeros de reclusión y compartió con Alejandro Toledo, su principal opositor al final de su mandato, y Pedro Castillo, cuyo mensaje golpista recordó a muchos el pronunciado por Fujimori en 1992.
Con información de CNN