Se está formando una pandemia silenciosa y no tiene nada que ver con superbacterias

La crisis de las bacterias resistentes a antibióticos suele conocerse como la pandemia silenciosa, porque se está gestando poco a poco y sin hacer ruido, pero ya mata a 5 millones de personas al año. No obstante, no es la única pandemia silenciosa que existe. La situación es igual de grave con los hongos resistentes a los antifúngicos, aunque no se les esté prestando toda la atención necesaria.

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El próximo 26 de septiembre, Naciones Unidas organizará en Nueva York una asamblea dirigida a estudiar la situación actual en lo referente a las resistencias a fármacos antimicrobianos. Eso no incluye solo los medicamentos contra las bacterias. También contra virus, hongos o ciertos parásitos, como los protozoos. Todos ellos están desarrollando una gran resistencia a los medicamentos que los combaten, pero parece que las bacterias son de primera clase y el resto de segunda. Se pone muchísimo esfuerzo en concienciar a la población del riesgo de hacer un mal uso de los antibióticos y, a la vez, se buscan alternativas capaces de combatir a las superbacterias. ¿Pero qué pasa con los hongos?

En los últimos años se han detectado también muchísimos hongos resistentes a los antifúngicos. El mecanismo es el mismo. A medida que se exponen a este tipo de fármacos, se van seleccionando aquellos que, por mutaciones, han logrado escapar de los mecanismos que estos utilizan para combatirlos. Actualmente mueren unos 3 millones de personas al año por estas infecciones fúngicas. Si no se hace nada para prevenir las resistencias, la cifra podría ser aún peor.

Fármacos muy difíciles de obtener

Los antifúngicos presentan a los científicos un reto que no presentan los antibióticos. Y es que, mientras que las bacterias son procariotas, los hongos son eucariotas. Esto significa que en las bacterias su ADN no está encerrado en una membrana nuclear, sino disperso por todo el espacio de la célula. En cambio, los hongos sí que tienen un núcleo. Las células humanas son eucariotas, por lo que se parecen más a las de los hongos que a las bacterias. Pero ese no es el único punto común. En general, hay bastantes similitudes por las que es muy difícil atacar a las células de los hongos sin que se dañen también nuestras propias células.

Por eso, mientras que hay más de 10 clases de antibióticos, de antifúngicos solo hay 4. Si los antibióticos están sucumbiendo poco a poco a las resistencias, no es extraño que también haya muchos hongos resistentes a los antifúngicos.

Los hongos resistentes a los antifúngicos más peligrosos

En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una lista de los hongos más peligrosos con los que se deben reforzar las medidas de detección y los esfuerzos en el tratamiento. Entre ellos destacaba Aspergillus fumigatus, que forma algunos tipos de moho y afecta a las vías respiratorias, y los del género Candida. Estos pueden causar todo tipo de infecciones, pudiendo ser mortales cuando llegan a afectar al cerebro o pasar a la sangre. También estaban en la lista el hongo Nakaseomyces glabratus, que puede afectar al tracto urogenital, y el Trichophyton indotineae, causante de un tipo de tiña.

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